Qué es una mujer? Cuánto vale? Cuál es su verdadera identidad?
Ayer se celebro el día internacional de la mujer y muchas mujeres reclaman reconocimiento, derechos, que las escuchen y atiendan a sus necesidades. Dicen representar a todas las mujeres del mundo reclamando igualdad.
Yo no me siento representada. Yo no quiero ni necesito el reconocimiento de nadie o que me digan que debo o no debo pensar y decir. Tampoco me interesa lo que la sociedad o el mundo entero digan sobre lo que tiene que ser o no una mujer. No necesito que nadie me diga cuánto valgo, si soy lo suficientemente linda o inteligente, si califico para hacer ciertas tareas o no, ni mucho menos cuál es mi lugar en la sociedad.
Yo sé muy bien cuánto valgo, se de qué cosas soy capaz y cuál es mi rol en el mundo de hoy. Y no, no quiero ser igual a los hombres, no quiero ser tratada como uno. Al contrario, quiero ser tratada con respeto, con caballerosidad y delicadeza.
Vos sabés realmente cuánto vales y cuán importante sos como mujer?
Hombres y mujeres somos iguales delante de Dios. Ninguno vale más o menos que el otro pero tenemos roles muy diferentes y es muy necesario que los cumplamos porque ninguno puede tomar el lugar del otro; cuando eso pasa tenemos resultados desastrosos.
La cultura actual intenta hacernos creer que podemos ser y hacer lo que queramos, que eso nos empodera, nos hace valiosas pero es MENTIRA. Dejar a un costado, pisotear el maravilloso lugar en el que Dios nos puso como mujeres, madres y esposas, para ir en busca de una fantasía de igualdad, de conquista de derechos y posición social que lo único que hace es destruir nuestra verdadera identidad, es un error terrible.
Las mujeres están buscando la felicidad, la realización personal o como quieran llamarlo, en el lugar equivocado. Jamás ninguna persona, institución o gobierno le dará a la mujer el verdadero reconocimiento y valor que ella debe tener. Por qué? Porque no saben cuál es. Solo Dios puede darle a la mujer todo eso porque él la hizo y la creó. Y lo hizo para que viva una vida plena y feliz, para que pueda encontrar esa realización personal en el desarrollo de su rol a lo largo de la vida.
Es mentira que para ser suficientemente hermosas tenemos que ser iguales a las modelos de las revistas o a las actrices de la televisión.
Si, somos hermosas sin importar la opinión de la gente porque Dios nos creó y él no se equivoca.
Es mentira que para ser consideradas suficientemente inteligentes tenemos que pensar como mujeres liberales y modernas porque si pensamos diferentes somos unas tontas.
Si, somos inteligentes. Dios nos dió toda la capacidad que necesitamos para ser esposas, madres, amigas, profesionales, etc y ser existosas en todo lo que hagamos.
Es mentira que podemos ser iguales a los hombres y que ser diferentes a ellos está mal. Es una mentira muy grande que si no somos todos iguales entonces valemos menos.
Si, somos valiosas y capaces. Dios nos dió a cada uno un rol diferente en la vida pero igual de importante. Los dos forman un equilibrio perfecto y no hay nada más maravilloso que eso.
Es mentira que tenés que exibir cada parte de tu vida para que ésta tenga sentido, o cada parte de tu cuerpo para entonces considerarte hermosa, o tus logros profesionales y tus viajes para entonces considerarlos importantes. Vos no vales por lo que tenés o por tus logros en la vida, tampoco por tu apellido o el lugar donde vivís. Vales mucho más que eso y Dios te ama con un amor incomparable.
Ahora pensemos: qué es más importante, el reconocimiento de las personas o el de Dios? Qué palabra u opinión tiene más peso? Y al final, cuando la vida se acaba, quién tendrá la última palabra?
Mujer vos SOS hermosa y muy valiosa. Sos capaz, inteligente, digna de amor y respeto.
No dejes que nadie te robe tu verdadera identidad y te haga creer que solo sos valiosa si encajas en los estereotipos de las redes sociales o si pensas cómo lo hace la mayoría.
La sociedad actual se empeñó en destruir esa hermosa armonía entre hombres y mujeres, haciéndonos creer que no sirve, que Dios estaba equivocado cuando creó un hombre y una mujer, cuando instituyó el matrimonio y los bendijo para que tuvieran hijos y fueran una familia feliz.
Una familia feliz? No, quien va a querer eso? Es mejor que las mujeres estén solas, que los hijos crezcan sin padres, que nadie valore el comprimiso de un matrimonio para toda la vida, que los hombres no amen y cuiden a sus esposas, que los hijos no respeten a sus padres. Si, esa sociedad es mejor. Y así nos fuimos acostumbrado a que todo lo que pensamos y sentimos es válido sin importar las consecuencias.
Pero aunque digan lo contrario, las consecuencias son evidentes. La decisión de vivir bajo nuestros propios pensamientos y deseos, creyendo que siempre tenemos razón y dejando el perfecto y maravilloso plan de Dios a un costado nos llevó a tener el mundo que hoy vemos y del que tanto nos quejamos.
Los problemas de esta sociedad no se van a solucionar marchando, haciendo leyes ni cambiando estereotipos.
La buena noticia es que hay una solución.
La única solución real para esta sociedad tan violenta, mentirosa y egoista es que las personas vuelvan a Dios con todo su corazón. Él es el único que puede restaurar todas las cosas de verdad.
Hay una vida mejor, se puede alcanzar la realización personal y tener una vida feliz.
No te dejes engañar más, sin Dios no podemos hacer nada pero en Él podemos alcanzar lo imposible.
Pensalo. Y anímate a tomar la mejor decisión de tu vida. Entregale tu vida a Dios, no te vas a arrepentir.
Vos cómo sos, feminista o femenina?
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